¡Por fin se me dio con mi prima después de tanto insistirle en desvirgar a la muy conchuda calienta porongas!.

Mi primita por fin me entregó la argolla después de un largo tiempo tratando de convencerla de que ya tiene edad para empezar a coger y saber lo que es bueno en esta vida. La putita se me entregó en su casa un día que mis tíos no estaban. Cuando estábamos en su habitación listos para desvirgar a la pendeja, me encontré con que la putita tenía escondido entre su ropa en el placard un flor de consolador. La atorranta me dijo que nunca lo había usado más que para tocarse el clítoris así que decidí chequearlo. Para eso la tumbé sobre la cama, en bolas, y empecé a acariciarle la parte de afuera de la concha a ver si esa cajeta estaba acostumbrada al juguete. Cuando me di cuenta que esa argolla estaba bien cerrada, no me aguanté más y me la terminé garchando bien duro como corresponde a una virgencita que quiere dejar de serlo.