Como la putita de mi hija no entiende los límites horarios por las buenas, no me quedó otra que enseñárselos por las malas.

Mi hija llegó a la adolescencia y, como es de esperarse, se la pasa desafiándome y midiéndome para ver hasta dónde le pongo límites o no. Es por eso que esta vuelta me re calenté al ver que la pendeja una vez más no llegó en el horario que le marqué. Se había ido a bailar con unas amigas y, en lugar de llegar a las cuatro como mucho a mi casa, se apareció como a las ocho de la matina. Es así que ya que la mocosa actúa como una puta, yo la voy a tratar como a una puta. Esperé a que entrara a su cuarto y ahí nomás entré atrás de ella. Trabé la puerta y le dije que le iba a enseñar a respetar el horario de vuelta. Me la cogí tan fuerte por la concha que la muy zorrita hasta lo disfrutó y pude sentir cómo esa argolla se contraía del flor de orgasmo que tuvo.