Por fin llegó el día y terminé desvirgando a la hija de mi patrón. La pendeja no paró de gemir del dolor en la conchita.

Aproveché la volteada de tener que ir a buscar la guita de la quincena a la casa de mi patrón para darme el gusto después de un largo tiempo de contenerme, de garcharme por fin a la hija adolescente del tipo. La putita está muy buena y hace rato que le tengo todas las ganas, así que cuando me preguntó el patrón si quería ir a buscar la plata de todos los muchachos que laburamos para él a su casa, dije que sí enseguida de que me enteré que la minita iba a estar sola. Ni bien llegué y la flaca me abrió la puerta, sólo le dije a la piba que ese día se convertiría en toda una hembra. Ahí nomas la metí para adentro de la casa y la llevé hasta su habitación, donde por fin me di el gusto de desvirgar a una atorrantita.